El primer libro que leí de Agustín Millares Sall lo compré un mes de agosto en Lanzarote, en las fiestas de san Ginés. Y no en una librería, sino en una especie de pequeño mercadillo ubicado en una plaza. Cuando salí de la isla ya lo había leído, y lo único que recuerdo es que me fascinó. Corría entonces el año 1965.
En este artículo que marca en EL DIARIO el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado, Adolf Beltran se suma al general clamor de quienes demandaos que Iglesias y Sánchez; el PsoE y Unid@s Podemos se dejen de una vez de boberías y rompan la histórica división entre las izquierdas en el estado español. En efecto, no será fácil, pero hay que hacerlo. Porque si no, el fascismo seguirá pasando, como viene haciendo desde hace 81 años, por nuestra mala cabeza. Es lo que yo, Chema Tante grito y regrito: ¡dejen de pelearse!. POr el bien de los pueblos de las naciones que marchamos, más o menos a gusto, en este estado español.
El primer párrafo de una novela es como el recibidor de una casa; una muestra de las estancias que la componen. Dejándome conducir por esta máxima, paso a la antesala de Tanto para nada:
El escritor tinerfeño ambienta su novela en los años 80 de la pasada centuria, cuyo desarrollo transcurre en la isla canaria de Lotavia y en el Madrid sonoro de la gran movida.
No he vivido en ningún otro lugar que no sea en este país llamado España, y por lo mismo no sé si las mujeres que habitan más allá de sus fronteras están igual de desprotegidas que las que vivimos dentro de ellas. Y no hablo por gusto; no hace falta ser muy perspicaz para cerciorarse de la absoluta indefensión que asola a la mujer española
Las gentes del sur de Tenerife saben desde siempre que sólo existen para sí mismas. Y no les faltan motivos para creerlo, no en vano han visto, y siguen viendo, cómo se les viene mintiendo de forma reiterada, especialmente cada vez que se acercan las elecciones. Y ya se puede hablar de décadas. Tranquilamente. Más de tres han pasado desde la primera ilusión que por aquellos lares tuvimos sus habitantes. ¡Un hospital en el sur!... La noticia había que celebrarla…
En LA OPINIÓN, Rafa Dorta comenta la novela de Ana Beltrán, "Dime que no es verdad"