Aquí hay personas que duermen en cajeros, en soportales, en barrancos, o en un triste banco de los de sentarse, y eso tampoco me gusta, no me gusta verlos así, y menos me gusta la indiferencia de la gente, que es también mi indiferencia, son ya parte del mobiliario.
Daniel Soto… ha tenido distintos momentos de cierta popularidad sobrevenida; en una de ellas planteaba ir caminando a Madrid reivindicando su derecho a existir dignamente.
No se me ocurre mejor título para calificar lo que ocurre en la Escuela Municipal de Música y Danza de La Orotava, una escuela con 24 profesores y más de 800 alumnos que mantiene desde hace dos décadas a la misma directora y dónde la democracia pasa por ser no más que una palabra vacía.
"De Rajoy, tan torpe unas veces,tan flamígero otras, podemos -y debemos- temer siempre lo peor", dice en TWITTER Juan Tortosa, autor de este artículo que pùblica en su blos personal LAS CARGA EL DIABLO
En este artículo que recomienda Antonio Aguado y que aoarece en PÚBLICO, Vicenç Navarro recuerda uno de los elementos más bochornosos de las llamadas democracias. La manipulación desaforada de los medios de comunicación por parte de los poderes económicos. Algo contra lo que lucha con todas sus fuerzas -pocas- La casa de mi tía.
Los colocaron a todos de espaldas ante el pelotón de fusilamiento, esa vez la fosa ya estaba abierta, era el cementerio de Las Palmas, el mismo lugar donde habían enterrado, todos juntos amontonados, después de asesinarlos a más de 80 camaradas."
Hoy en día ni siquiera los partidos de lo que algunos siguen llamando "izquierda" valoran la figura de Juan García “El Corredera”,
Y ¿quién es Billy el Niño?
EL PLURAL recoge este testimonio de Paco Lobatón en EL INTERMEDIO. Y yo les ofrezco un enlace a EL PAÍS, de 1979 (cuando lo de Atocha) donde se habla de Luis Antonio Gonzánlez Pacheco, "Billy el Niño", el siniestro personaje que sigue disfrutando la impunidad que le otorga una justicia y unos partidos y unos gobiernos que han desertado de su deber esencial de perseguir el delito y castigar al delincuente.