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jueves, 25 de abril de 2024 23:07h.

sumisión y desconocimento - se desprecian recursos naturales procedentes de nuestra lluvia que si no se captan se pierden en el mar

La innecesaria necesidad de implantar desaladoras en La Gomera (como en otras islas de este archipiélago) - por Carlos Soler Liceras

 

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 Yo, Chema Tante, digo. En el improbable supuesto de que este técnico no tuviera razón. ¿Por qué no publica el Gobierno de Canarias y su Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, un desmentido argumentado? Y me contesto: porque no puede

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La innecesaria necesidad de implantar desaladoras en La Gomera (como en otras islas de este archipiélago) - por Carlos Soler Liceras, Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Especialidad: Hidráulica y Energética *

 

El 30 de junio del año pasado la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, anunciaba en el periódico El Día que el Gobierno tenía la imperiosa necesidad de implantar desaladoras en La Gomera. Para ello adjudicaba por 124.000 euros un estudio para colocar desaladoras en la isla. Para justificarlo se argumentaba que el acuífero insular estaba mermando y que había municipios en peligro de desabastecimiento. Hoy de nuevo se insiste e incluso se da por hecho esa necesidad de implantación de desaladoras.

Ahora bien, sabiendo que hay hasta cuatro procedimientos o técnicas para aumentar la producción de agua en una isla: presas, pozos o galerías, desaladoras y reutilización de aguas depuradas; yo me pregunto: ¿ante estas cuatro posibilidades que lógicamente se deberían evaluar, como es posible que la citada Consejería adjudica un estudio que lleva implícita la solución: desalación y además de manera exclusiva?

Pero no debe de extrañarnos, puesto que es esta forma de actuar, decantarse exclusivamente por la desalación, la única política hidráulica que ha practicado esta Consejería desde que se inauguró con el título de ecológica y luchadora contra el Cambio Climático y que, al volcarse con la desalación, no solo no lucha contra el Cambio Climático sino que lo aumenta, ya que genera un mayor consumo eléctrico que por desgracia en estas islas es casi exclusivamente producido a base de quemar petróleo. Tampoco resulta ser una política ecológica, puesto que según los Planes Hidrológicos de la isla, hay entre cinco y seis veces más agua que se infiltra cada año que necesidades tiene la isla. Por tanto, se desprecian recursos naturales procedentes de nuestra lluvia que si no se captan se pierden en el mar, por quemar petróleo que ni son recursos ni tampoco disponemos de ellos y que además están supeditados a vaivenes políticos ajenos al archipiélago, a fluctuaciones del mercado energético internacional, a coyunturas militares de ámbito mundial y a tecnología ajena a la que siempre ha tenido este archipiélago en su particular búsqueda del agua. Y aún a costa de parecer pesado, hay que citar más cuestiones, entre ellas cabe mencionar: hacer depender el agua de la energía, cuando desde siempre ha sido el agua la que nos ha aportado la energía; generar un monopolio en beneficio de una empresa privada que ya tiene el de la energía; contaminar el litoral a base de los vertidos de salmuera, en una cantidad igual a la del agua desalada que produce; generar inversiones para su implantación hasta diez veces superiores; encarecer el precio del agua, haciéndolo depender del coste de los carburantes; y empeorar la calidad del agua, no tanto por el escaso contenido en sales de estas aguas desaladas sino por su desajuste desproporcionado en contenidos de sodio, perjudicial para la agricultura y del boro para el abasto urbano.

Todo lo dicho podría aplicarse a cualquier isla cuyos recursos de la lluvia fueran mucho mayores que la demanda. Pero en el caso de La Gomera aún hay más. En la década de los años 90 del pasado siglo, ante una sequía mucho peor que la actual, no hay que olvidarse que se secaron algunos nacientes como los caños de Epina, definimos varias zonas de perforación de sondeos, siete en concreto: La Hurona, Enchereda, Galería de Ipalán, Valle Gran Rey, Las Palomas, La Negra y Lodolión, que solucionaron el abastecimiento de agua de toda La Gomera. Estas siete zonas abarcaban sondeos de los cuales unos eran para extraer agua y otros se dejaron de reserva para cuando la necesidad indicara la conveniencia de colocar en ellos las bombas y extraer un mayor caudal. Por ejemplo: en la galería de Ipalán se perforaron siete sondeos de los cuales tres tienen bombas y los restantes, además de ser de reserva, controlan las variaciones del nivel freático en el acuífero; en La Negra hay seis sondeos de los cuales tres están equipados, en Enchereda otros seis con tres extractivos; en Valle Gran Rey hay siete con tres equipados con bombas y así todos. Con todo este equipamiento se consiguió superar las sequías de los años 90 y luego los primeros estiajes del siglo XXI. Y se logró dando la mejor calidad de agua de todo el archipiélago, con un agua que a nivel insular tenía un coste de extracción y distribución de 0’26 €/m3, según datos obtenidos por estudios financiados por el Cabildo y con el agua para riego gratis. Todo ello se consiguió con una política hidráulica aceptada y respaldada por el Consejo Insular de Aguas y construida por la Dirección General de Aguas con la financiación del Ministerio de Obras Públicas. Además de asegurar la solución, se dejó, como hemos dicho, las zonas de extracción marcadas e incluso los sondeos de reserva perforados. Gracias a la labor conjunta entre CIALG y DGA se logró un hito en la isla, poner paz entre los municipios, encendidos desde los años setenta en una guerra fratricida por el agua, en la que hubo alcaldes que con el hacha en la mano se dedicaron a cortar tuberías o caseríos que con antorchas y amparándose en la oscuridad y la razón pretendían quemar la máquina del IGME. Si esta paz se logró fue gracias a que se consiguió agua subterránea en cantidades superiores a la demanda y a la labor del Gerente del Consejo, Julián Horcajada Oliva, con el que instruimos un lema claro y tajante: “se saca el agua de donde la haya y se lleva a donde hace falta”.

Y aún queda lo peor. En el año 2013 el que suscribe dirigía las obras que habían logrado el abastecimiento de agua descrito. Entre ellas estaba la perforación de la galería El Altito que debía de aportar el agua necesaria para el abasto urbano y turístico de Valle Gran Rey y la otra obra era la construcción de la red de transporte de agua desde el barranco de La Negra en el sur, hasta el Depósito de Los Manantiales situado en el centro de la isla, con un caudal de 45 l/s. Con ambas obras se dejaba un suplemento de agua para toda la isla que duplicaba el ya conseguido abastecimiento insular. Y fue en ese año, concretamente el 7 de julio, día de San Fermín, cuando el Consejero de Agricultura Juan Ramón Hernández Gómez, de quien dependía mi puesto de trabajo en la DGA, decidió mandarme a Hacienda. Con mi traslado llegó el cese de todas mis obras y aunque tan solo tres meses después volvía a la DGA, nunca me devolvieron la dirección de esas obras. Cinco años tardé en ganarle al Gobierno de Canarias los tres pleitos a los que me vi obligado a interponerles, cinco años sin poder ejercer mi profesión y viendo cómo se destruía la labor realizada. Es más el nuevo director que nombraron para sustituirme paró la red de transporte de La Negra-Los Manantiales, cuando solo quedaban dos kilómetros de tuberías por colocar de los dieciséis que comprendía, y con tres depósitos y estaciones de bombeo instaladas capaces de aportar 45 l/s; en cuanto a la galería del Altito, tampoco mereció mejor suerte y el mismo nuevo director decidió parar la perforación cuando el frente ya daba claros indicios de alcanzar el acuífero por su hastial izquierdo. Y así han quedado las dos obras, inacabadas, a punto de dar el agua que duplicaría el abasto de toda la isla y dejando perder bombas, tuberías y más de un kilómetro de galería perforada. Así está ahora para vergüenza de técnicos y políticos que lo han permitido.

Ante lo relatado y que bien puede comprobarse porque, entre otras cosas, esas obras, aún inacabadas, han logrado dar el abastecimiento de agua a la isla durante treinta años y hasta el día de hoy, aportando el mayor caudal por habitante, la mejor calidad, el menor coste de producción de todo el archipiélago y sin generar daños ecológicos ni medioambientales, cabe preguntarse por qué técnicos y políticos ahora se decantan por la desalación, sin mirar siquiera que solo hay que poner bombas en los sondeos así preparados en las siete zonas, colocar dos kilómetros de tuberías en La Negra o perforar unos cientos de metros de la galería El Altito, para duplicar la actual producción de agua de la isla. ¿Cuál es la verdadera razón para que técnicos y políticos vayan de cabeza a la desalación, con todas las dependencias y problemas que van a ocasionar, antes que seguir extrayendo agua subterránea? La pregunta cabe hacerla también para las otras tres islas restantes de esta provincia. ¿Por qué se ha abandonado la perforación de galerías y pozos con tecnología canaria que nos convierte en únicos a nivel mundial, por la desalación de la que todo es importado, desde la maquinaria hasta la energía que cuesta producir el agua? Y todo ello a costa de invertir mucho más dinero para conseguir agua de peor calidad, más cara, generando más cambio climático y contaminando el litoral. ¿Por qué todo esto? Yo me atrevo a contestar por los técnicos, la razón está en la sumisión y el desconocimiento. Este último, el desconocimiento, puede demostrarse con solo ver que no hay ninguna asignatura en ninguna de las universidades canarias que enseñe como se perforan galerías, pozos o sondeos, sin embargo si tienen las citadas universidades asignaturas de desalación. En cuanto a la sumisión, nace de la obediencia y esta se logra por la imposición de los políticos decantándose por la desalación. Entonces… ¿por qué los políticos lo hacen? Eso sí lo dejo para que lo respondan ellos, aunque creo que muchos pueden intuirlo. Yo con tres pleitos ganados bastante hago con decirlo.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Carlos Soler Liceras

CARLOS SOLER
MANCHETA JULIO 22