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Paulino, pensando en que ya no podrá codearse con la realeza
De Schubert a Tchaikovsky, pasando por Pestalozzi, la cultura europea ha plasmado en el canto del cisne el adios de la belleza a la vida. Algo tan estético, como patético resulta cuando es un fiambre de pato quien larga el hasta luego Lucas. No un pato cojo, como dicen los gringos, sino un pato que ha sido fiambre desde que este totorota se encaramó por primera vez, para desgracia del pueblo canario, a la presidencia. Una presidencia detentada gracias a un legislación electoral obtusa que le ha permitido hacerlo, después de haber perdido no una sino dos elecciones. Una presidencia que, desde que se inició (recuerden el fax precipitado) ha estado signada en exclusiva por la pulsión de relacionarse con la familia real. De la entrevista necrológica (políticamente) que le hace Álvaro Morales a Paulino en EL DÍA, solamente puede destacarse las muestras de estulticia ideológica del personaje y la explicación subliminal que ofrece para la aventura de enviar a su paniaguado Fernando Ríos a infiltrarse en un partido digno como PODEMOS.