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jueves, 16 de mayo de 2024 15:41h.

SACYR en Panamá, una más. La opinión de Chema Tante

SACYR ha intentado repetir en Panamá, lo que tantas empresas españolas hacen, dentro y fuera de los límites del estado español: sustituir la eficacia y el rigor por la trapisonda y la chapuza. SACYR acudió a un concurso, con una imagen de profesionalidad,  presentando un proyecto imaginativo, pero con un determinado presupuesto. Y, sobre todo, aceptando un procedimiento para dirimir posibles diferencias. Ya, en su día se acusó al proyecto de contemplar bajas temerarias en los costes. Y la respùesta de SACYR fue que las mejoras introducidas hacían posible los ahorros de esos mil millones de que se hablaba. 

SACYR ha intentado repetir en Panamá, lo que tantas empresas españolas hacen, dentro y fuera de los límites del estado español: sustituir la eficacia y el rigor por la trapisonda y la chapuza. SACYR acudió a un concurso, con una imagen de profesionalidad,  presentando un proyecto imaginativo, pero con un determinado presupuesto. Y, sobre todo, aceptando un procedimiento para dirimir posibles diferencias. Ya, en su día se acusó al proyecto de contemplar bajas temerarias en los costes. Y la respùesta de SACYR fue que las mejoras introducidas hacían posible los ahorros de esos mil millones de que se hablaba.

Después, en una estrategia perversa de hechos consumados, SACYR presenta facturas por importes no presupuestados, alegando "imprevistos" y cuando la Autoridad Portuaria de Panamá, entidad contratante, rechaza obviamente esos costes no presupuestados, SACYR amenaza con la paralización de las obras, alegando inapropiadamente "falta de pago". Dice SACYR que ya ha sostenido los costes de los trabajos adicionales realizados. Fuerte descaro.

Claro que la insolencia de SACYR ha tropezado con la senssatez panameña, que no se aviene a aceptar "los cuentitos de los sobrecostes" y apela al procedimiento regular para solventar discrepancias.

Toda la argumentación de SACYR se desmorona, con unas simples reflexiones. Cuando se contrata un trabajo, aceptando un presupuesto, ambas partes se ajustan a ese presupuesto. Si se presenta, que todo el mundo entiende que pueden presentarse, un imprevisto, lo primero que debe hacerse es consultar con la parte contratante el asunto, antes de realizar el trabajo. Esa es la burda trampa que tendió SACYR y en la que ha terminado por caer.

Pero lo más indignante de todo este asunto es, como digo y repito, que no se trata de una situación inédita. Esta trapisonda la hacen todos los días infinidad e empresas que contratan con las administraciones públicas del estado español. La gran diferencia es que, en el estado espalñol, de ordinario se cuenta previamente con la connivencia dolosa del gobierno correspondiente.