Canarias y el Cambio Climático: la emergencia de una alternativa - por Manuel de la Rosa Hernández
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Las políticas del Gobierno de Canarias en relación con el medio ambiente, la transición energética y la crisis climática y ecológica se quedan muchas veces en una mera declaración de intenciones. Ahora se estrena una nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que no parece que vaya a aportar mucho en esa tarea. Sus actuaciones y sus políticas reales van en sentido contrario a lo que dicen defender.
Una ley canaria para el cambio climático, que cambia poco
Habrá que analizar a fondo esa Ley aprobada por el Parlamento de Canarias el pasado 13 de diciembre. La Ley Canaria de Cambio Climático y Transición Energética, promovida por el Gobierno de Canarias “tiene por objeto regular las medidas encaminadas a la mitigación y adaptación al cambio climático, así como garantizar la transición energética y la acción por el clima.” Esta ley crea a un nuevo órgano, la Agencia de Cambio Climático para la gestión y coordinación que garanticen el desarrollo de su articulado.
El texto normativo fija, entre otros objetivos, la descarbonización de las Islas en 2040. El texto fue aprobado con los votos de los cuatro grupos que apoyan el gobierno, el grupo de Coalición Canaria en la oposición. Fue rechazada por el Partido Popular, cuya portavoz, Luz Reverón alertó de que la Ley Canaria de Cambio Climático va a paralizar la actividad económica en las Islas. La ley se aprobó por 58 diputados y rechazada por 12.
El portavoz de Nueva Canarias señaló en su intervención que esta ley obedece al brutal impacto que el cambio climático está haciendo sobre el planeta. Destacó que se trata de una ley “de suma importancia, que llega veinte años tarde” y que le gustaría que fuera “mucho más revolucionaria.” Habrá que trabajar desde el ámbito social y ecologista para exigir ir más allá de lo que recoge esta Ley.
Hay otras propuestas en la Ley como el que se tenga en cuenta en la planificación territorial y urbanística, la “perspectiva climática”, así como en las licitaciones de obras, que en realidad no van a tener incidencia real en la lucha por la emergencia climática.
Los hechos desmienten al Gobierno canario
En los últimos años se han aprobado planes que, a la vista de la realidad, han servido de bien poco, como son el Plan de Transición Energética de Canarias, el Plan Canario de Acción Climática o la Estrategia Canaria de Transición Justa y Justicia Climática.
Las contradicciones existentes en todo esto saltan a la vista, con un modelo económico de Canarias que es profundamente destructor del medio ambiente, están en las antípodas de resolver la situación de crisis ecológica y de responder a la emergencia climática.
Hay algunos hechos graves a los que habrá que hacer frente en el futuro para afrontar aquellos elementos que contribuyen al cambio climático en las islas, de forma central: el imperante modelo extractivista basada en el turismo de masas, de otra, la preponderancia del automóvil frente al transporte colectivo y por último, la dependencia energética del exterior y de las energías fósiles.
En este sentido, la movilidad de millones de personas hacia las islas provoca, entre otras cuestiones una permanente ida y venida de aviones que producen gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global cuando son liberados a la atmósfera.
A ello hay que añadir, la preponderancia en las islas como forma de desplazamiento de la población de forma preferente y masiva del vehículo particular, de lo que se benefician los importadores de coches y que genera un gran consumo de energía de fuentes fósiles. Solo en la isla de Tenerife que tiene una población cercana al millón de habitantes, hay un millón de vehículos automóviles. Se sigue construyendo en las islas, nuevas carreteras y autopistas cuyo efecto inmediato es que incentiva el uso del vehículo individual.
Asimismo, frente a ese auténtico consorcio energético privado, necesitamos combatir la emergencia climática también desde Canarias, con una política energética basada en las energías limpias, pero que esté fuera de las manos de las compañías eléctricas como Endesa, de la multinacional Red Eléctrica Española y que sean gestionadas desde una empresa pública, para poner en marcha la soberanía energética en las islas.
En Canarias hemos tenido unas cifras excesivamente altas de turistas. Con poco más de dos millones de habitantes alcanzamos una cota de visitantes turísticos fatalmente insostenible. yendo en los últimos años, desde cifras en torno a los 13 millones, a llegar a un pico de más de 16 millones alcanzados en el 2017, la más alta hasta ahora y que no parece tener límite para los poderes económicos y políticos que aspiran a más. El 2022 cerraba con una cifra superior a los 14 millones y siguen propiciando la llegada de más.
Este modelo económico es altamente extractivista porque acapara recursos de forma irreversible y no renovable, ocupa cada vez más suelo libre y nuestras costas con nuevas construcciones, produce residuos sólidos de una forma alarmante, realiza un alto consumo de recursos hídricos que están en manos privadas en las islas y que en la mayoría de los casos llega al mar sin depurar. Desde algunos colectivos se defiende la implementación de la depuración natural, descentralizada y ecológica frente a un modelo industrial y con alto coste económico.
En Canarias la lucha en defensa del medioambiente tiene un largo recorrido, en ese camino los retos que plantea el ecosocialismo a nivel estratégico son fundamentales para aportar perspectivas, análisis y propuestas programáticas a esas luchas de resistencia.
Se necesita diversificar la economía, para que el modelo actual basado en el turismo, que nos hace dependientes del exterior, destruye nuestro medioambiente y genera pobreza, exclusión y sobre explotación laboral no siga siendo el determinante en Canarias.
Entre las posibles propuestas hay que sumar la necesidad de potenciar la agricultura de consumo local, sustituyendo paulatinamente la agricultura de exportación y la importación de alimentos traídos de miles de kilómetros, lo que reduciría la huella ecológica de ambas realidades y redundará en avanzar en la soberanía alimentaria.
Unido a ello, vincular la defensa del medio a la creación de riqueza, de empleo y calidad de vida y salud, la lucha por la emergencia climática, la defensa de los derechos sociales y de los servicios públicos podría abrir una oportunidad en ese camino.
* En La casa de mi tía por gentileza de Manuel de la Rosa
