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Escucho las alegantinas insoportables de Alonso, presidente del cabildo de Tenerife por la poca gracia de Melchior, en las entrevistas pagadas, que tan caras cuestan al pueblo. Y el pícaro presidente, entre la maraña de autoloas, desliza que ya el turismo que viene a las islas aumenta su demanda de calidad. Oigo al ladino Becerra, que en los momentos que le deja libres su desvelo por el gas, también dedica su atención al turismo, afirmar que el turismo en Canarias debe tender al lujo. Me entero de que el empresario turístico en Gran Canaria, hijo y heredero del gran Marañicúa el viejo, que fuera pionero del turismo en su época más brillante, defiende, el hijo, que para que el turismo cree empleo en Canarias es preciso recuperar la calidad.