Historia de un represaliado del franquismo – (XIX) Himno de Infantería en Fuerteventura - por Ramón Armando León Rodríguez
Historia de un represaliado del franquismo – (XIX) Himno de Infantería en Fuerteventura - por Ramón Armando León Rodríguez *
Este era el perfil de los personajes que me iban a hostigar durante todo el periodo militar. El primer día sufrí las novatadas propias de la mili, algunos soldados se habían vestido de oficiales y cuando llegamos los nuevos, nos hicieron formar y sacar todo lo que teníamos en los petates, el contenido era variopinto, quesos, chorizos, tabaco, utensilios de afeitar…La cuestión, no pasó a mayores y todo se quedó en una broma. En pocos minutos, aparecieron los verdaderos oficiales, un capitán, un teniente, un sargento y un cabo primero.
El capitán se presentó y con la misma se marchó. El teniente “Ira” y el sargento “piedra mechero”, se quedaron en la compañía. El teniente era el típico borracho, con una actitud agresiva, de mirada inquisidora y dispuesto a agredir en cualquier momento a un soldado. Inmediatamente se metió conmigo, me dijo; usted se ha movido en la formación, yo le contesté que no era cierto, me respondió, te pego una ostia, si usted intenta pegarme, yo optare por defenderme, contesté; está usted arrestado durante tres meses y permanecerá en la compañía cuando acabe sus destinos, me ordenó imperativamente.
Yo, me salté todos los protocolos del ejército, me fui a hablar con el coronel, le explique mi situación y el trato que me habían dado, me quito el arresto, pero, para mí, fue peor el “remedio que la enfermedad”. Inmediatamente me destinaron los peores servicios; cocina, letrinas, comedores, imaginaria…
Cuando llegaba al cuartel, casi amaneciendo, estaba hecho polvo, me quedaba dormido “ipso facto”, pero la dicha duraba lo que tardaba la corneta en tocar diana, que a mí me parecía que sonaba inmediatamente después de quedarme dormido.
Otra de las ocurrencias de los mandos, era llamarnos a formar en el patio para que nos aprendiéramos el himno de infantería, consistía en que cada soldado tenía que decir, de forma hablada, una estrofa de la canción, de manera que si un compañero se equivocaba, teníamos que volver al principio y a sí una y otra vez hasta que todos la aprendieran perfectamente, esto duraba hasta las tres o cuatro de la madrugada, me parecía humillante, pero oponerse era ir al calabozo de forma inmediata.
Yo no quería ni honor ni gloria, quería salir de ese infierno cuanto antes.
Capítulos anteriores:
Historia de un represaliado del franquismo – (I) Mi primera detención
Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco
Historia de un represaliado del franquismo – (III) Juicio y apelación
Historia de un represaliado del franquismo – (IV) Actividad política
Historia de un represaliado del franquismo – (V) La Caída de Sardina
Historia de un represaliado del franquismo – (VI) Consejo de Guerra sumarísimo
* En La casa de mi tía por gentileza de Ramón Armando León Rodríguez