Historia de un represaliado del franquismo – (XVI) Regreso a Gran Canaria - por Ramón Armando León Rodríguez

Cuando llegamos al aeropuerto de Gran canaria, esperábamos algún recibimiento, que algún camarada nos estuviera esperando para trasladarnos a nuestros respectivos domicilios, pero no apareció nadie. Llamé por teléfono a casa de mis padres, desde la otra línea escuché la voz de mi progenitor, le expliqué la situación y me contestó que no podía porque estaba viendo un partido de fútbol y cortó.

Nos trasladamos en “guagua” (autobús) hasta Las Palmas de Gran Canaria y nos apeamos por las inmediaciones del parque San Telmo. Mi acompañante había llamado a un camarada, creo, si no recuerdo mal, que fue a Leopoldo Válido Florido conocido como Polo, actualmente fallecido, apareció al poco rato con un coche y nos llevó a nuestros respectivos domicilios. La verdad sea dicha, llegué a casa con la moral bastante baja. Mi madre me recibió con alegría y un poco emocionada, mi padre ni se inmuto.

Todo seguía igual, parecía que por aquella casa no había pasado el tiempo, seguían en el pasado, la evolución era algo que no se vislumbraba, me recordó a la congelación que se hace en las películas a través de la fijación del fotograma. Mi progenitor seguía siendo un hombre sin convicciones políticas y nunca le pareció bien que yo estuviera inmiscuido en asuntos de política, pero no le culpo porque era el modo de ser de muchísimos hombres de aquella época, el franquismo había logrado hacer “pequeños dictadores" que sometieron a hij@s y esposas. Esto te obligaba y obliga a much@s como yo a pelear contra la dictadura dentro y fuera de casa.

En Las Canteras

Los primeros días me los pase caminando por el pequeño pasillo de la casa, era un reflejo condicionado por la costumbre de mis paseos por los patios de la prisión. El resto del tiempo, que no fue mucho, puesto que me quedaba un mes y medio para presentarme a la caja de reclutamiento, fui a un par de excursiones a la playa de las Meloneras, situada al sur de la isla. Allí nos reunimos gente del partido y simpatizantes, generalmente para hablar de política, recuerdo que uno de los temas que tuvo más relevancia en nuestras pláticas, fue el libro rojo de Mao Tse-Tung, que dio lugar a pequeñas divisiones en el seno del partido comunista, con los llamados pro-chinos, escisiones, que no tuvieron muchos adeptos.

El libro estaba lleno de axiomas de Mao: “La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumado los hechos.” “Leer demasiados libros es peligroso” “Vivir no consiste en respirar sino en obrar”… Algunas frases eran juiciosas y otras no tanto. Yo sigo criticando todo lo que me parece mal, es muy difícil criticar algo que no ha sucedido. Leer, sigo leyendo a pesar de Mao. Si no respiras no vives, lo de obrar es más complicado, depende de muchísimos factores, “Una cosa es predicar y otra dar trigo”. “La revolución cultural” causó la persecución, el encarcelamiento y la muerte de aquellos que se oponían a un sistema totalitario y de endiosamiento. Pero no voy a hacer un análisis de la revolución china, sólo es una reflexión momentánea.

Capítulos anteriores:

Historia de un represaliado del franquismo – (I) Mi primera detención

Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco

Historia de un represaliado del franquismo – (III) Juicio y apelación

Historia de un represaliado del franquismo – (IV) Actividad política

Historia de un represaliado del franquismo – (V) La Caída de Sardina

Historia de un represaliado del franquismo – (VI) Consejo de Guerra sumarísimo

* En La casa de mi tía por gentileza de Ramón Armando León Rodríguez