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jueves, 18 de abril de 2024 01:14h.

Historia de un represaliado del franquismo – (XVIII) Instrucción militar - por Ramón Armando León Rodríguez

ramón armandoLa instrucción militar consistía, en gimnasia, desfile y manejo de armas, la mayor parte del adiestramiento era con fusil, (Mosquetón Máuser de 1916). Los instructores eran soldados veteranos que habían hecho el periodo de instrucción en reemplazos anteriores, el comportamiento de estos veteranos con los reclutas era durísimo, en especial un cabo primera, que nos trataba como si fuéramos basura.

Historia de un represaliado del franquismo – (XVIII) Instrucción militar - por Ramón Armando León Rodríguez

MOSQUETÓN MAUSER 1916La instrucción militar consistía, en gimnasia, desfile y manejo de armas, la mayor parte del adiestramiento era con fusil, (Mosquetón Máuser de 1916). Los instructores eran soldados veteranos que habían hecho el periodo de instrucción en reemplazos anteriores, el comportamiento de estos veteranos con los reclutas era durísimo, en especial un cabo primera, que nos trataba como si fuéramos basura.

PUTA MILI

CALABOZOEn una ocasión, insultó y golpeó a un recluta, esto motivó que los demás reclutas de nuestra compañía hicieran una protesta por la actitud cobarde y despreciable de este individuo. Se me ocurrió, sin pensarlo, recoger firmas en contra de este personaje y entregárselas al capitán. El revuelo fue mayúsculo, y nos amenazan con mandar a todos los firmantes a Cabrerizas, batallón emplazado en la playa del Aaiún, antiguo Sahara español. Lo cierto es, que a mí me metieron en el calabozo a la espera de nuevas eventualidades, pero no acontecieron nuevos comunicados y me sacaron del calabozo.

ALFÉREZ COMPLEMENTOVolví a la reclusión, por un altercado con un sargento en la cantina del cuartel, el franquismo tenía un servicios de información y de espionaje en el interior de los cuarteles y este sargento era uno de ellos, pero tampoco estuve mucho tiempo, un alférez de complemento intercedió por mí, me explicó que me libraba del arresto porque no había jurado bandera.

GORRA MILITARMe incorporé a la rutina del campamento, pero no pasaba desapercibido, el control y la presión era insufrible. Los domingos nos vestíamos con ropa de paseo, nos mandaban a formar y a desfilar hasta una explanada para escuchar misa, le comente al cabo de guardia que yo no era creyente y que por lo tanto, no iba a asistir, se lo comunicó al sargento, el sargento al capitán, el capitán no tardó ni un minuto en llegar y me dijo usted va hasta el lugar de la celebración del acto en la formación y si tiene cojones se sale de la columna, indudablemente me salí, mejor dicho, nos salimos un testigo de Jehová y yo.

Cuando acabó la misa, el cura, que además era comandante, me requirió para interrogarme. Me habló de la falta de respeto a la iglesia y a los presentes, le contesté, que para mí, una falta de respeto era acudir a un acto religioso sin ser creyente. No sé si lo entendió, pero ya no acudí más a los demás eventos religiosos. En todo este tiempo.

CAPELLÁN

 

Capítulos anteriores:

Historia de un represaliado del franquismo – (I) Mi primera detención

Historia de un represaliado del franquismo – (II) Barranco Seco

Historia de un represaliado del franquismo – (III) Juicio y apelación

Historia de un represaliado del franquismo – (IV) Actividad política

Historia de un represaliado del franquismo – (V) La Caída de Sardina

Historia de un represaliado del franquismo – (VI) Consejo de Guerra sumarísimo

* En La casa de mi tía por gentileza de Ramón Armando León Rodríguez